sábado, 22 de junio de 2013

FINAL DE PARTIDA


Para ir a algún sitio, hay que partir de algún sitio. Es inútil velarnos el rostro, un viaje es siempre una huida, actúa como una droga. Tanto uno, como otra, permiten un trip . Anfetamina del espacio, LSD del paisaje, consentimiento de la heroína para todo lo que llegará. Pero es necesario, al menos, establecer lo que nos obliga a desplazarnos, es necesario que fijemos las antípodas. Díme qué abandonas y te diré quién eres. El conjunto recuerda una versión psicológica del principio de Arquímedes: verificar cómo se comporta tu espíritu sumergido en diversos espacios. O todavía más: cómo tu alma se detiene y convierte todo en  experiencia a partir de un gran vacío.

Andrzej Stasiuk, Journal de Bord.
Traduit du polonais par Maryla Laurent.
Traduit du français par María Dolores Baixauli.






Durante algunos años, la frase favorita de Rafa Gálvez era la siguiente: María Dolores, con lo mucho que te quieren los demás y lo poco que te quieres tú.
¿Por qué una persona deja de quererse, por qué donde todo fue normal y correcto empiezan a aparecer extraños comportamientos y pocas ganas de ver el amanecer? Como dicen los psicólogos y los psiquiatras, no se trata de saber  por qué te muerdes las uñas, sino convencerte para que dejes de hacerlo.
El año ERASMUS fue una oportunidad única para aprender algo que me interesó toda la vida: lengua y literatura francesas, pero sobre todo fue una lotería que me tocó para poder centrarme en mí misma.
Ya sé que en estos momentos estudiar la lengua francesa puede parecer una solemne tontería. Mejor perder el tiempo con el inglés, te guste o no, es como el carnet de conducir, es necesario tenerlo.
Supusimos que la Unión de los Paises Europeos tendería puentes entre nuestras diversas culturas y lenguas, como en tiempos de la emperatriz María Teresa, pero para qué perder el tiempo y el dinero en cosas prácticas, si hay tanto que corromper y derrochar.
Europa se muere y la hemos matado entre todos renunciando a sus orígenes y a su cultura. Lo demás, puro mercantilismo. Lehmon Brothers nos llevó al desastre. Un continente que perdió sus raíces y perdió su identidad. No me hables de cultura, no sirve para nada. Háblame de dinero y cosas prácticas.
Y entre todas estas estaba yo y la oportunidad de vivir un año diferente en mi vida.
Pero perdonen que les cuente desde el principio, como si de un relato se tratara, porque así lo fue.
Siempre se repetía el mismo sueño: Todavía vivo en nuestro piso de Sedaví y estoy  con mi  hija que  es pequeña . Mi amiga del alma cruza la plaza y yo bajo corriendo los siete  pisos que nos separan.
Ella viene de trabajar en el colegio donde las dos estudiamos, es profesora allí. Yo trabajo, tengo una niña pequeña y no doy abasto. Pero ahora, a pesar de que fuimos a la universidad, el bachiller que estudiamos no sirve para nada. Hay que repetirlo, malgré nuestros conocimientos. Mi amiga, tan tranquila, tan sensata, tan razonable, tan opuesta a mí, me informa de los exámenes que vamos a tener para poder "salvar el bachiller". Yo he faltado a muchas clases, no conozco muchas materias. Me entra una ansiedad terrible, me ahogo, me asfixio, me falta el aire... Y me despierto.
El sueño se repitió durante varios años hasta que volví a  matricularme en la  Escuela Oficial de Idiomas y el sueño desapareció.
Tres años después de terminar los cursos de francés en la Escuela, decidí matricularme en la Facultad de Filología, comenzaban los grados.
El día que fuí a realizar la preinscripción, en las escaleras de la facultad, una mujer de mi edad me saludó por mi nombre, yo no la recordaba. Era Rosa Vila, compañera en las clases de francés de M. Moukarzel, ese mismo septiembre ella iniciaba su aventura francesa: Se iba como profesora de español a trabajar en el Instituto Federico García Lorca de Paris. El verano siguiente me cedió su apartamento de la Avenue General Suchet, 23. Pasé cinco semanas en Paris junto con mis jóvenes compañeros, Salomé Vergara y José Vazquez. Paris no se acaba nunca. Un sueño de juventud estaba cumplido.
El año pasado, cuando en la Facultad nos expusieron los programas Erasmus, ante el desánimo y poca inicitativa de mis jóvenes compañeros, decidí apuntarme de manera testimonial. No pensaba marcharme, pero sí motivarlos a que lo hicieran ellos.
¿Por qué la Provenza? Porque conocía la región y me encantaba. Porque había enviado allí a mi hija con Carina, un verano de terca adolescencia, porque si me necesitaban en casa, tenía un Ryanair a mano, o una jornada de tren, o diez horas de coche. Porque me encanta la Provenza.
Estaba claro, que vivir allí no era barato, pero ví el anuncio de Derek Moxon, y como nos enseñó el curso pasado el profesor de Literatura Italiana, Niccolò Messina, el texto literario hay que destrozarlo, y mirar qué esconde dentro, qué quiso en realidad decirnos el autor.  Eso es lo que yo hice con el anuncio de Derek Moxon.
Difícilmente hubiera podido pagarme una estancia en una ciudad tan cara. Pero mi lectura entre líneas sirvió para que pudiera acceder a aquello que no tenía visos económicos de convertirse en realidad.


Me gustaría dar las gracias a muchas personas que me ayudaron a seguir con este proyecto adelante.
En primer lugar, al Caballero de la Melena Plateada, por tantos años de cariño y  comprensión. A los demás caballeros, por los correos y los mensajes, y por lo que me reí con ellos. Por los comentarios que me gustaron y por los que no. Y porque a pesar de los años de comunicación que nos separan, los códigos siguen funcionando.
A mis amigas, tan únicas y singulares, que cuando estoy bizca, siempre me miran de perfil. A Rose Prenderville, ya y para siempre, mi amiga Erasmus.
A toda la gente que me crucé en la bonita ciudad de Aix-en-Provence: A Alfredo y Olimpia, tan amables y acogedores, y a su hijo Gabriel que tendrá un gran futuro como músico.. A Ghylaine y Philippe Fontayne, por esa última copa de vino rosado y por todo lo demás. A Constance Thiery, qué encanto de mujer y de familia. Gracias por invitar a Thomas Coeurduroi a mi cena de despedida. A Rubén y Helena, mis hijos, que maduran unidos y valientes asumiendo responsabilidades hasta el punto de que me pude ir tranquila un año, lejos de La Matandeta.
Y sobre todo, al flemático caballero inglés Derek Moxon, que a pesar de que ya me ha contestado, cabreado, que yo no estoy en sus pensamientos, él siempre lo estará en los mios.


En fin, señoras y señores fue un año importante en mi vida. Un año diferente y peculiar que me atreví a vivir a los cincuenta y dos años.
Quizás dentro de algún tiempo me decida a escribir un libro y comience diciendo:

"Hace unos años, Derek Moxon y yo, en un lugar de la Provenza, veíamos pasar la vida. Mientras... "

                                                              María Dolores Baixauli
                                                              La Matandeta.

 

jueves, 20 de junio de 2013

ÚLTIMOS DÍAS EN LA PROVENZA

El año Erasmus toca definitivamente a su fin. Es cuestión de organizar maletas, revisar papeles, empaquetar libros y vivencias ya convertidas en recuerdos.
El sr. Gálvez ya lleva días aquí y asiste tranquilo a las ceremonias de despedida.
Hoy toca hacerlo en casa de nuestra amiga Carina Moya, pero antes de llegar a Gargas, cerca de Apt, en la zona del Luberon, nos damos un paseo por la bodega Lacoste, en el Puy Saint-Réparade.

 La bodega, propiedad de unos empresarios irlandeses dedicados al sector hotelero e inmobiliario, es un alarde de ingenio artístico por todas partes. Los depósitos han sido diseñados por el arquitecto Jean Nouvel, el mismo que proyectó el Instituto del Mundo Árabe en Paris, o la nueva sede del Museo Louvre en Abu Dabi.




Lo que ven ustedes a mis espaldas, es el pabellón musical diseñado por el arquitecto Frank Gehry. Hay obras de arte por todas partes en esta bodega y en sus viñedos. Un alarde de mecenazgo y sobre todo de dinero.


















Cae un sol a plomo, así que de pasear entre viñedos, mejor que no. Hay obras de Calder, de Bracque y nosotros sin sombrero que quitarnos. Precioso el entorno y el gusto del inversor, pero mejor nos vamos para el Luberon.
Carina nos espera a las tres hora de tomar el café en la Provenza, así que nos acordamos del bonito pueblo de Saignalt, donde estuvimos el mes de abril con Manuel y en el pueblo se acuerdan del niño español que llevaba sombrero.



Saignalt está en pleno esplendor primaveral, un hermoso pueblo representativo de lo que es la Provenza. Pero si quieren contemplar y conocer mucho mejor estos lares, no se pierdan la película de Ridley Scott Un buen año, con Russell Crowe y Marion Cottillard, basada en la novela del escritor inglés, Peter Mayle, afincado en Lourmarin, el pueblo que vió nacer a Albert Camus y del que ya les hablé este invierno.
Peter Mayle, tiene otra obra, muy recomendable para los que quieran conocer un poco más la Provenza y sus costumbres, titulada Un año en la Provenza.



Carina Moya, nos espera junto con su familia en su casa de Gargas. Andan todos muy ocupados con la nueva temporada en sus tiendas y no queremos molestar, pero nos ha prometido que en agosto, cuando vaya a Algemesí a visitar a sus padres con Clara, se pasará por La Matandeta, muchas gracias por todo, guapa.


Y seguimos paseando por Foncalquier, por Cassis, por Vauvenargues. Y nos despedimos de la gente con la que hemos cruzado un retazo de vida y pequeñas historias.
Cuando ustedes lean estas líneas, llevaré once días en Valencia. Ya saben que el tiempo real y el tiempo narrativo no suelen coincidir.
El jet lag de la Provenza me duró una semana, fue como dejarse caer en el vacío desde el País de las Maravillas, mientras lo hacía se iban difuminando los colores, los olores, la musicalidad de la lengua francesa, el perfil de la Sainte-Victoire, los campos de cereales y amapolas, las plazas y terrazas de Aix, las calanques de Marsella, Cassis o La Ciotat, el castillo de Picasso en Vauvenargues. A medida que caía y caía, una puerta se cerraba tras de mí. El paréntesis de diez meses en la Provenza se alejaba de mi vista y de mi vida y se abría otra realidad en su lugar.
Ha pasado una semana y mientras una realidad se convertía definitivamente en pasado, como por arte de magia, otra adquiría tintes de cuotidianeidad.
Señoras y señores, no nos queda más remedio que despedirnos. Y lo haremos, muy, muy pronto.
Hasta entonces.





lunes, 17 de junio de 2013

EN CASA DE MADAME RINNER

El último examen fue el de Littérature comparée: Les écrivains de l'Europe Centrale depuis des années 70. Una disertación de cuatro horas a partir de una cita de Kundera sobre la Mitteleuropa apoyándote en cuatro de las obras de lectura obligatoria. Miro a la dulce Gabrielle que siempre se queja de que para las disertaciones ella necesita no menos de seis horas.
Bueno allá vamos, menos mal que no volveré a ver a Mme. Rinner y no me podrá reprochar nada sobre mi examen. Aunque la verdad es que lo he trabajado mucho. Busqué en la biblioteca las obras publicadas por esta mujer, de la que ya les hablé en otra entrada y a la que admiro. En el anfiteatro somos unas cien personas, ya les he contado que los profesores no acuden a la celebración de los exámenes, sino que es personal de la Division des étudiants quien controla la celebración de las pruebas.
De pronto, aparece por la entrada Mme. Rinner y sube a la tarima. Está buscando con la mirada hasta que me localiza. Se acerca hasta mí y me susurra, María, ¿tiene algún problema con el exámen? Y qué problema puedo tener si Descartes y yo nos tratamos desde hace tiempo como si fuéramos íntimos. Ninguno. María, antes de que vuelva a su país me gustaría que me llamara y charláramos.
Es lunes y mi marido ya está aquí para recogerme, pero esta tarde he quedado en Eguilles , vamos a casa de Mme. Rinner. Cuando se lo comento a Derek Moxon, mi casero, sacude los hombros y me responde, qué extraño que una profesora francesa te invite a su casa. Es que no es francesa, es austríaca.
Llegamos a las seis, es fácil de localizar donde vive a partir del plano que me envió por correo.
Es una casa preciosa cuya personalidad   se esfuma cuando salimos a la terraza y contemplamos la vista.
Creo que Mme. Rinner no compró una casa, sino un paisaje impresionante.
 
 
No tengo ninguna foto que le haga justicia. Llega su compagnon con Horace, el perro.
Rafa ha traido aceites españoles y nos hace una cata. Tanto ella como su compañero no hablan español, pero no quieren que haga de traductora, se esfuerzan por entenderlo.


Nos reímos mucho y ella nos habla de su juventud, con dieciocho años partió hacia la Unión Soviética para aprender la lengua y literaturas rusas. Habla diez idiomas entre ellos el serbo-croata, polaco, húngaro, búlgaro. Comentamos cosas de España, de la clase. Comemos embutido español y bebemos champagne francés. Recordamos anécdotas del curso : Caramoko Camera el estudiante de Guinea-Conakry explicando la interculturalidad entre la Mitteleuropa y los países africanos, Gabrielle, la de las seis horas, muy cartesiana me dice, Naomi y su entrevista con la traductora del Premio Nobel Imre Kertész, que trabaja en una librería de Aix. Para Mme. Rinner se trataba de su último semestre de enseñanza. A los sesenta y seis años dice que se merece la jubilación.
Entonces me dedica el mejor piropo que me han dicho en Francia: María, la clase fue un grupo gracias a que usted lo conjuntó. A mi edad esas cosas se agradecen mucho.
El jueves parte a Innsbruck y nos ofrece su casa para pasar unos días. Muchas gracias, pero no es posible. Nos regala champagne, confituras, vino de naranja que ella prepara.
Frirdrun Rinner, ha conocido a Milan Kundera,  Danilo Kis,  Milo Dor,  Jorge Semprún, habla de la necesidad de comprender al otro, para evitar el desastre de las guerras.
Llegué a ella y a su clase por casualidad porque no quería obligaciones los viernes. Llegué a ella y abrió nuevas ventanas de pensamiento en mi cabeza.
No les digo la nota que me ha puesto porque pensarán que es tongo y no es cierto.


 

domingo, 16 de junio de 2013

CEREMONIAS DE DESPEDIDA

Un sábado antes de partir decidí volver a Marsella. Me gusta esta ciudad a la que yo vislumbro más allá de su suciedad y sus fuertes olores. Me gustan las mezclas y Marsella está llena de ellas. El sábado es día de mercado en la Plaine y entonces la plaza se convierte en una especie de sucursal de la ciudad de Orán. Se oye hablar árabe por todas partes, los clientes y los vendedores se saludan con el canto del salam malecum, malecum salam. Este mercado es mucho más barato que los de Aix y además a mí me encanta marchander como me enseñó mi madre y como se hace en todos los zocos árabes.
 
 
 
 
 
 
 
 
En  el Vieux Port se celebra el día de España en Marsella. Hay casetas y música española flamenca y melódica y hablo en valenciano en el lugar más emblemático de la ciudad.
 



Para rematar la mañana me voy a la Brasserie L'Escalier y me pido el plat du jour que será el típico pieds et paquets  marsellés, compuesto de manita de cordero y un paquete relleno elaborado con el vientre del animal, pero se me acaba de romper la cámara de fotos y no me queda recuerdo.






 

jueves, 13 de junio de 2013

DEREK MOXON Y YO

Para lo último, me dejé lo mejor. Me queda muy poco tiempo de estar en la Provenza y quiero presentarles a ese señor inglés, mi casero, Derek Moxon, a quien tantas veces he mencionado.
Cuando decidí venirme de Erasmus a la Provenza, pedí plaza en una residencia universitaria, pública. Es la estancia más barata, pues con la ayuda a la vivienda (CAF) se quedaba en unos ciento ochenta euros al mes. Pero me la denegaron. Aix-en-Provence es, después de Paris, la ciudad más cara de Francia, resulta más barato vivir en Marsella, solo que entonces yo no lo sabía.
Un tarde de domingo, en el mes de agosto, mi grado de ansiedad y nerviosismo comenzaba a  elevarse demasiado, con riesgo de atosigar a los que estaban a mi alrededor. Me acordé del enlace que una Erasmus francesa me había facilitado y que hablaba de la posibilidad de vivir en collocation, es decir alquilando una habitación en casa de una familia.
Entre los muchos y pintorescos anuncios, encontré uno que me llamó la atención y que venía a decir lo siguiente: Soy un ingeniero inglés, viudo, casado con una mujer francesa durante cuarenta y cuatro años, hasta que enviudé. Mis hijos son mayores, profesores de inglés y viven lejos. Me da la sensación de que me estoy aislando y quedando muy solo. Alquilaría una habitación a una estudiante seria o una mujer más mayor, entre cuarenta y sesenta años. Mi anterior inquilina, que ha partido a Marrakech como profesora de francés, puede hablar de mi seriedad, respeto y sentido del humor.
Aquel anuncio era diferente, tenía algo especial. Me dio la sensación de que ese señor, a quien yo no conocía de nada, no alquilaba una habitación solo por dinero, sino que estaba buscando otra cosa: un poco de compañía, que mitigara su soledad.
Al principio, Derek Moxon no hizo  caso de mi correo, lo ignoró. Cuando conseguí su número de teléfono, me contestó que la habitación ya  estaba alquilada. Yo le repetía a mi marido: no se da cuenta de que la persona que está buscando soy yo.
 
Al cabo de un par de semanas, Derek se fijó en mi anuncio y empezó a contarme un poco más de su vida. Nació el flemático inglés en el norte de Inglaterra hace setenta y nueve años, de una familia humilde, estudió ingeniería y trabajó durante muchos años para la aviación civil inglesa. A su mujer, Paulette la conoció en la universidad de Londres, en un intercambio de estudiantes.
Años después de formar familia en Gran Bretaña, los franceses le ofrecieron trabajar en las centrales nucleares y se trasladó aquí con su familia. Su mujer murió hace ocho años y desde entonces decidió aceptar personas en collocation para mitigar un poco su soledad y tener compañía en casa.
Esta práctica es bastante extendida entre los franceses, dada la elevada  movilidad profesional, muchas personas mayores viven solas y esta es una forma de  evitar la residence de retraite.
El veintisiete de agosto concertamos una cita en su casa de Puyricard. Llegué con Rafa y con Manuel, y nos pareció una buena persona. Pero la sorpresa me la llevé cuando me dijo que nunca había cobrado a ningún inquilino. El alquiler de una collocation con derecho a cocina, ronda en esa zona residencial, a diez kilómetros de Aix los quinientos euros al mes.  En la casa también vivía Lila una chica china que trabaja como auditora.
A cambio de su hospitalidad, y aunque nunca me pidió nada, yo limpiaba la casa, ponía lavadoras y planchaba su ropa. Los domingos también cocinaba para él. Cuando veía mis intenciones de arreglar la casa me decía: Me das miedo María. Si la ley de la gravedad ha dejado veinte años una cosa en un lugar, no vayas tú ahora a cambiarla.
Este verano Derek estará solo porque hasta el dicisiete de septiembre no llega una nueva inquilina, una señora de sesenta años que va a trabajar en Aix.
Me he reido mucho con él y su humor tan british. Cada vez que Rafa ha venido a verme ha traído chevreuil que tanto le gusta, pero no ha consentido en ningún momento que le preparara un arroz.
Derek está lleno de achaques propios de su edad y la artrosis lo consume, pero no se queja, dice que no tiene miedo a la muerte, pero sí al sufrimiento.
Ahora está preparando la casa, como él díce, para la  nueva decena que empezará a cumplir el próximo  veintiséis de agosto. Le han instalado un sillón elevador para subir a la primera planta, pero me ha dicho que hasta que no me vaya con todos mis potingues, no le reforman el cuarto de baño.
Pilar Ortí, mi amiga viajera, también puede dar fe de su flema inglesa.
El día de mi partida mi marido será testigo de que nos fundiremos llorando en un abrazo.
Derek Moxon, mi casero inglés en Francia que me brindó su hospitalidad sin conocerme de nada.

viernes, 7 de junio de 2013

LA PRINCESA DE LA MARJAL

Mira Princesa:
A veces los sueños no se cumplen. Y si se cumplen es peor.
No fue para ti fácil tener unos padres que estaban juntos, pero cada uno miraba hacia una parte. Que no sabías si subían o bajaban. Que a  veces, se olvidaban de recogerte del autobús que te traía del colegio. Que siempre te llevaron con ellos a todas partes, y por tanto, aprendiste que sus amigos también podían ser los tuyos. No fue fácil crecer en un mundo de adultos peculiares, sobre todo porque entonces no se llevaba en tu colegio.
Mira Princesa:
A veces los sueños se cumplen. Y entonces es peor:
Como desde los once años te separaron los fines de semana del televisor, decidieron que sería más instructivo meterte en la cocina y ver el ambiente. Y de paso que limpiaras muchísimos platos,
Bueno, te compensaron con un verano por el oeste de Francia, donde pudiste ver in situ  el territorio del desembarco de Normandía y también te pasearon por el norte de Italia. Porque llegar hasta Austria les acojonó.
Mira Princesa:
Pensaron que en Irlanda aprenderías un inglés muy british y aprendiste a fumar....
Mira Princesa:
A los diecisiete años, cruzaste con ellos el continente y conociste Tunicia. Y mira que diste la tabarra porque no querías dormir en su misma habitación. A los dieciocho te castigaron con un verano en la Provenza.
Mira Princesa:
Ya sabes cómo han sufrido con cada desamor tuyo y  cómo se han reído con cada una de tus alegrías.
Mira Princesa:
Aunque este fin de semana no estén contigo.... Siempre están con vosotros.
Las princesas están en cualquier parte porque son heroínas de lo cotidiano, porque siempre saben superar las hazañas a las que las somete el destino. Porque donde otras lloran y se quejan de la soledad y buscan psicólogos, ellas ríen y buscan caramelos.
Es muy duro ser princesa, pero es tan necesario....
 
 

sábado, 1 de junio de 2013

LA SIRENA VARADA

Para el caballero que me llevó de la mano por el fondo del mar.



En la isla de Córcega, en su costa oeste, muy cerca de la capital, Ajaccio, existe un pequeño archipiélago de origen volcánico conocido como las Islas Sanguinarias. El nombre del lugar puede resultar tenebroso, pero el sitio es un remanso de paz y de tranquilidad marina donde habitan las gaviotas, los cormoranes y las golondrinas. Y donde también vivió durante una larga temporada el escritor Alphonse Daudet.
 
Mi relación con el escritor Daudet es muy antigua y peculiar. A los nueve años, Don José Molina, director del Colegio Sedaví, me nombró bibliotecaria voluntaria. Debió intuir en mí la pasión por los libros. Entre ellos, mientras discutía con mis compañeros por cómo devolvían los bordes cochambrosos, descubrí una joya: Tartarín de Tarascon.
Ahora, he vivido diez meses muy cerca de la ciudad del héroe de esa novela. Este es mi homenaje a su autor y al personaje que creó.
 
 


La profesora Elodie Barbe-Recade tiene una hermosa cabellera pelirroja y la ilusión de la cuarentena todavía prendida en la mirada. La relación entre el alumnado y el profesorado en Francia es muy diferente a la que tenemos en España.  Quizás haya intuido en mí a una hermana mayor, es por eso que hoy martes de un abril floreciente me propone comer juntas. Aquí se come a las once y media o a midi y yo siempre he sabido adaptarme a las circunstancias.
En la brasserie Les cousins pedimos el plato del día, una ensalada compuesta, francamente buena y Mme. Barbe-Recade empieza a relatarme el verdadero motivo por el cual me ha traído hasta aquí. Hace dos años que terminó su trabajo doctoral sobre los escritores franceses de la Provenza, a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Le encanta hablar de la poesía de Frédéric Mistral y los cuentos y relatos de Alphonse Daudet. Es este último quien más le preocupa.
El autor del célebre Tartarín de Tarascón, bohemio y vividor como todos los de su época, se refugió en un molino de la Provenza para escribir uno de sus libros más celebres Lettres de mon moulin. Pero diez años antes de engendrar a su célebre protagonista, en 1862, vivió una larga temporada en las Islas Sanguinarias y de ello ha dejado testimonio el relato Le phare des Sanguinaires.
En ese relato nos cuenta su vida solitaria y ensimismada, sus conversaciones con el farero, pero no dice para nada, lo que en realidad le sucedió allí....

                                                                                       Continuará....

                                                               

EL VIAJE A CÓRCEGA

Viajar hasta la isla es relativamente fácil desde Marsella, Niza o Toulon. Hay ferrys que te transportan en doce horas. O menos, depende del punto de partida, lo más rápido cogerlo desde Niza. Pero también está Air France, que en cuestión de una hora, o menos, depende del piloto, te deposita en Ajaccio, en nuestro caso, o en cualquiera de los cuatro o cinco aeropuertos que tiene la isla. Nosotras llegamos un après midi gris y nebuloso, y recogimos un cochecito de alquiler. El camping estaba cerca de Propriano y todavía más cerca de Olmeto.
Ya les contado en las otras entradas que Córcega es tranquila, que la vida en las islas, y sobre todo en esta, tiene otro ritmo, mucho más calmado. Pero a pesar de ello, nosotras nos cascamos más de 1.200 kilómetros en apenas seis días.
La parte oeste de Córcega suele ser la más turística, la más visitada, pero así y todo, no hay urbanizaciones mastodónticas, la especulación inmobiliaria no se ha adueñado de este lugar. Quizás sea por temor a las bombas y al independentismo, pero lo están consiguiendo, en Córcega hay mucho y poco que especular, como en aquel chiste de los ingleses que se iban a un país de África para hacer prospectiva sobre la posibilidad de instalar una fábrica de zapatos. Uno contestó: Nada que hacer, aquí no les gusta llevar zapatos. El otro, negocio seguro, nadie tiene zapatos.
Pues bueno, así es Córcega, la isla donde nació Napoleón Bonaparte en 1769, en Ajaccio. Entonces acababa de ser comprada a Italia por los franceses. Pero tres siglos en la historia de un lugar no pesan nada. Y si no que nos miren a nosotros, que después de ocho siglos arabizados, todavía no nos hemos quitado el pelo de la Meca.


 
Lo primero que sorprende de Córcega, aparte de su belleza virgen y salvaje, y perdonen que me repita tanto, son los cementerios marinos. La primera vez que ví uno en mi vida fue en Sète, la ciudad donde nació George Brassens y donde está enterrado el poeta Paul Valery, que tanto tuvo que ver con el renacimiento de la poesía española y con el preciosismo de Rubén Darío. Ya les he explicado en otra entrada, que la sensación que produce la muerte es muy diferente en un cementerio marino.
Dice Serrat: ... y a mí enterradme sin duelo, entre la playa y el cielo... En la ladera de un monte, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista. Cerca del mar porque yo nací en el Mediterráneo.
 
 
Pero da igual donde vayas en la isla, toda ella impresiona, porque sencillamente no hay nada. Es salvaje, virgen. Y me repito mucho, ya lo sé. Aquí debería venir aquel subnormal que en una cena en Rueda nos dijo que si el fuera valenciano de Algeciras a Rosas, toda la costa estaría llena de apartamentos. Sí, aquel cernícalo para meterle la cabeza entre las rocas y sacarle repitiendo J'adore ça, j'adore ça...
 
 
Me da la sensación de que los corsos tienen claro qué se llevan entre manos. Y no quieren gente que les destroce su patrimonio. Natural, emocional, histórico. Discúlpenme, pero sigo estando impresionada por lo que he visto. Las palabras no consiguen llegar hasta mí. Dejemos que  pase el tiempo.
 
 
 

LOS ACANTILADOS

En Córcega los acantilados de la costa oeste son graníticos,  de color rosa, la carretera serpentea el mar y hay que circular muy despacio. Pero la montaña mete sus patas dentro del agua. El maquis es el amo y señor de la sierra. El soto bosque compuesto  principalmente de aliaga. De maquis, viene la palabra maquisard, la guerra entre la montaña, la resistencia, el ansia de libertad. 
La montaña y el mar se unen en lo salvaje. ¿ Quién puede dominarlos? Córcega es salvaje y virgen. ¿Quién puede dominarla? El trece de marzo pasado un grupo independiente de la Corsica libera, metió una bomba en las obras de construcción del centro Leroy Merlin en Ajaccio, la capital. Ciento cincuenta puestos de trabajo se vinieron abajo. Leroy Merlin no se instalará en Córcega, pero cuántos puestos de comercio local hubieran cerrado de haber abierto la multinacional.
Los corsos son auténticos, creen en su identidad y en su lengua, muy parecida al italiano y con la mayor parte de las palabras terminadas en u. En 107.20 escuchamos Radio Corsica, canciones corales e independistas y hasta escuchamos una canción de Lluis Llach traducida al corso.
 
Me gusta cada vez más la gente diferente y en Córcega hay mucha, mucha....