domingo, 24 de noviembre de 2013

METAMORFOSIS




                                                                                         A Mafalda, por lo de siempre.


Se despertó a las tres de la madrugada porque una mano no le respondía. Mejor dicho, la despertó el hormigueo de esa mano, tiesa y descolocada. Puso un pie en el suelo, ¿el derecho o el izquierdo? Y al tacto no le pareció una losa, sino madera. ¿Tal vez parquet? Tuvo ganas de ir al lavabo, pero como este no tenía espejo, se ahorró la posibilidad de verse convertida en escarabajo. Encendió una luz y no reconoció para nada el espacio. ¿Dónde estaban su padre, su madre? ¿Qué ocurría con su cuerpo? ¿Tanto tiempo había pasado?
Le dio la sensación de haber dormido durante años. Días y semanas llenas de cosas que habían sucedido fuera de su voluntad. 
Sonó el teléfono del dormitorio, corrió a descolgarlo y resbaló, se dio de bruces con el suelo y se partió un diente. Con el auricular en una oreja y jadeando escuchó una banda de música y una voz conocida.
¿Cómo estás amiga del alma? Un año más, ¿Lo celebramos? Acertó a formular un día y una hora. No entendía nada porque era incapaz de reconocer el espacio.
Otra vez al lavabo sin ver reflejado el escarabajo.
Caminó un poco más hacia la luz de la ventana y del amanecer. Vio un hombre, arremolinado en el sofá, durmiendo con la boca abierta y los brazos cruzados.
¿Tanto había vivido, tantos años?
 Otra vez era día veintidós del once... Pero, ¿De qué año? ¿Cuánto tiempo había transcurrido? ¿Cuánto quedaba por vivir?
¿Seguro que esa era ella, la misma que se había acostado unas horas antes? ¿No era una broma del destino?
Se despertó a las tres de la madrugada porque una mano no le respondía.
Y supo que morir, dormir, tal vez soñar....