martes, 21 de noviembre de 2017

INICIACIÓN A LA ÓPERA

Le entró un ataque de risa mientras conducía camino de su nuevo trabajo. Mira.... Es difícil, pero no imposible, se había repetido y había repetido a los demás, cuando le preguntaban. Si había llegado hasta aquí, atravesando océanos de tiempo, ¿por qué no tenía que ser posible?
Por eso le entró el ataque de risa. Porque solo lo intentó una vez y ocurrió. Había cruzado  a pie la ciudad durante las mañanas de septiembre, cuando el calor todavía apretaba como en agosto. Del Campus de Tarongers a la consellería, en Campanar, ida y vuelta, deprisa, deprisa. Dejar atrás pesadillas, arreglar papeles, formar proyectos. Sin comentar con nadie sus nuevos menesteres. Si los cuentas, se volatilizan, solía repetirse. Y había funcionado, aunque el destino le estaba emitiendo señales desde hacía meses. Poniéndole obstáculos, fácilmente salvables, llevándola de la mano.
Es difícil, pero no imposible había sido su lema de los últimos años.
Así que el ataque de risa se lo tenía merecido. Lo disfrutaba al son de Raindrops keep falling in my head. Trescientos sesenta grados en la vida para llegar al mismo sitio del que había partido hacía ya tantos años que ni se reconocía en la que fue entonces. Como si una bruja la hubiera encantado por un camino equivocado.
Sin embargo, sentía como perdidas muchas cosas. Asuntos que no volverían a presentarse y para los que no tenía necesidad ni tiempo. Aprender a bailar, iniciarse en la ópera. Esas serían las nuevas seducciones para llenar el tiempo. Ocuparlo a toda costa. Ni un paso atrás para no rebozarse en la nostalgia. En una de las bibliotecas de la universidad encontró el folleto. Iniciación a la ópera. Para estudiantes de la Nau y Postgrado. Le gustaba cuando la literatura se mezclaba con las otras artes y la ópera, su representación,siempre le había parecido fastuosa, grandiosa. Verla, no escucharla solo.
Se apuntaría.



El curso se iniciaba un lunes, con Turandot. Se escapó del máster con una excusa y esta vez atravesó la ciudad en coche, corriendo. Siempre corriendo, para que no la atrape la nostalgia de los últimos besos que ni siquera le había dado. No mires, no mires hacia atrás. Está prohibido. Se acabó abrir el saco de la memoria y los recuerdos. Nunca más. Y además, no quedan ganas ni tiempo.
Cuando llegó, la sala estaba llena y la conferenciante acababa de comenzar su plática acerca del proceso de creación de la obra póstuma de Puccini. Llegaba corriendo, sin respiración y el resplandor la detuvo. En la oscuridad del Aula Magna, unos ojos, como focos, una mirada magnética al acecho. Allí lo encontró. Como siempre, sin buscarlo. Atravesando océanos de tiempo,. Y en ese mismo instante supo que otra historia estaba apunto de comenzar. Es difícil, pero no imposible. Nessun dorma, nessun dorma.

3 comentarios:

  1. Sempre t’ho dit Maria Dolors, i com que soc bastant ferm en les meues opinions, ara t’ho reblone:

    “Tens una gran capcitat per escriure històries amb un sentit profund que, en llegir-les, cadascú pot retrobar part de la seua personal trajectòria”.

    Qui no ha sentit el crit de la memòria, el valor del solatge íntim, la por per oblidar, el renec d’allò que mai no hauríem d’haver viscut, les ganes de fugir, quan realment volem restar?

    Són els paradigmes de la contraposició humana.

    M’ha agradat molt el teu relat, i estic totalment d’acord en que cal lluitar per la nostra personal decisió de començar a aprendre Opera, perquè:

    “Tot i ésser difícil, no li treu que siga possible”.

    Víctor Iñúrria (23-11-2017)

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    1. Gràcies, Victor. Sempre m'agrada rebre els teus comentaris. Formen part de la satisfacció d'escriure, però sobre tot, de la gratificació de ser llegida per els altres. Sense els lectors no té sentit res.

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  2. Que bonito escribes M Dolores!
    Me has trasladado a otros buenos tiempos,cuando trabajaba el la Nau y solía recoger todas sus majestuosas salas.un abrazo

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